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domingo, 10 de marzo de 2013

¡Protesto, señoría!

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¡Protesto señoría!

Señoritos y peones

Atención, este artículo contiene lenguaje malsonante, críticas a políticos, y enlaces a canciones anarquistas. Léanlo rápido, antes de que las próximas reformas legislativas lo conviertan todo en ilegal. 


Muy sorprendido quedé en la facultad, cuando me explicaron uno de los argumentos jurídicos que usaban los patronos de la Revolución Industrial contra las reivindicaciones de las Trade Unions, como la limitación de jornada laboral, prohibición del trabajo infantil, etc.:

Las limitaciones que se proponen son ilegales, porque atentan contra la libertad de los trabajadores de pactar las condiciones de trabajo con los empresarios. La coacción que ejercen esas asociaciones atenta contra el principio de pacto "a pie de igualdad" entre las partes contratantes.

Mastiquen lentamente esas ideas, pero sobre todo, pónganlas en contexto: piensen en esos depauperados proletarios, en esos niños de novela de Dickens, en esa gente que se dejaba los riñones de sol a sol para conseguir un sueldo de miseria; y ahora, paladeen la hipocresía supina de la que se hace gala al decir que esa gente contrataba "libremente" con el patrono, y que los contratos se celebraban con "igualdad" entre las partes. Si no sienten ganas de cantar "A las barricadas" después de eso, no se qué coño hacen leyendo este diario, francamente.

Porque esas han sido mis sensaciones cuando un amigo enlazó en Twitter este artículo con las declaraciones de nuestro Ministro de Justicia, alguien que representa como nadie el ideal orwelliano de "neolengua" aplicado al nombre de su departamento. Por si no quieren seguir el enlace, aquí tienen la perla principal:

La limitación de la libertad de expresión de jueces y fiscales protege su independencia.

Hay que joderse. Perdonen mi lenguaje, no acostumbro a soltar tacos en esta página, pero leer a Pérez-Reverte condicionó mi juventud, y hay ciertos estados de ánimo que ya sólo consigo expresar con una palabra malsonante. Y con el tema de la libertad de expresión en la Justicia, llueve sobre el suelo mojado de la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial que está en ciernes.

El pensamiento conservador acostumbra a considerar que si algo se oculta, se tapa o se coarta, deja de existir. Pasa con la homosexualidad, con los recortes en el estado del bienestar, con las ejecuciones hipotecarias (es un término mucho más técnico que desahucio, y últimamente, parece que define mejor las consecuencias), y hasta con la situación laboral del ex-tesorero del partido. Si cierras los ojos y lo deseas muy fuerte, el problema desaparece. Creo que los anglosajones lo llaman wishful thinking. El problema es que ese pensamiento no responde a la realidad.

Así que siento contrariarle, señor ministro: los jueces, al igual que sus compañeros de carrera, los fiscales, tienen opinión sobre los temas de actualidad. Porque leen los periódicos, ven los informativos de televisión, y sobre todo, no se tragan la desinformación que los medios mainstre am proyectan, sino que se informan por otras vías. Así que suelen tener una opinión bien fundamentada, al menos frecuentemente. Que la expresen en público no significa que se contaminen en ese momento, porque contaminados venían ya de casa. Lo único que demuestra, señor ministro, es que los temas de procesal de la oposición a la Carrera Fiscal se le han oxidado de no ponerlos en práctica. Si a un juez, o un fiscal le da por rajar en los medios sus opiniones sobre tal o cual caso que puede llegar a su despacho, lo único que hace es ponerle en bandeja a las defensas la recusación, o la petición de abstención para los fiscales (que no pueden ser recusados). Y si a pesar de haber quedado en evidencia, el susodicho decide no abstenerse, y es denunciado, pues se lo habrá ganado a pulso. Así que, como ve, el ordenamiento jurídico ya dispone de medios correctores para las resoluciones judiciales que se basan en la opinión subjetiva del que las dicta. Así que no hace falta que venga usted en plan salvador de damiselas en apuros, muchas gracias.

Entre otras cosas, porque ni tiene vocación de socorrista, ni de ONG. Y no busca proteger la independencia de jueces y fiscales. A menos que demos a la palabra "protección" el significado que se le da en el cine negro, claro está: ese tendero que se niega a pagar al padrino local, y al que en la secuencia siguiente le han quemado el chiringuito. Lo que busca esta medida es poner coto a esa manía que les ha dado a los togados, últimamente, de cantar las verdades del barquero. Es algo muy peligroso para su Gobierno, porque al hablar de cuestiones jurídicas, resulta un pleonasmo decir que la de los jueces es una opinión sumamente cualificada, y porque hasta los sectores más conservadores de la judicatura están negándose a bailarle el agua al Ejecutivo. Pronunciamientos como los relativos a los indultos, a la reforma de la Ley Hipotecaria y demás, están sacándole los colores a más de un político, con la diferencia de que no se les puede callar con un "y tú más" como a los de la bancada de enfrente en el Congreso. Hasta ahora, la costumbre era que sólo hablasen los señoritos de la Justicia, los que ocupan cargo de libre designación y deben favores políticos; pero, últimamente, los peones han salido respondones. Y estos son peligrosos, porque no deben su posición a nadie que no sea su propia capacidad de superar una oposición que tendría que ser declarada crimen de lesa humanidad.

Aun así, a día de hoy ya existe una seria limitación a la libertad de expresión de jueces y fiscales, y consiste en la sanción disciplinaria por emitir críticas o elogios a los demás poderes públicos haciendo uso de la condición profesional, o aprovechándose de ella. Se suma a otras varias de las que ya hablé en su día, y que suponen una seria merma a los derechos fundamentales que se le suponen a cualquier ciudadano. Pero creo sinceramente que, si esta reforma sale adelante y no la tumba el Tribunal Constitucional, va siendo hora de buscarse otra nacionalidad. La de un país que además de llamarse democrático de boquilla, lo sea de verdad.

En cualquier caso, tengo que agradecer una cosa: que cada vez que me echo la mochila del portátil al hombro y me dirijo a algún local con WiFi abierta, desde el que poder colgar mi artículo de cada semana sin dejar el rastro de una IP comprometedora, me siento como el mismísimoThomas A. Anderson. Lo que sucede es que hay quien no da la talla como Agente Smith.

SALUDOS

PRIMERA FUERZA SINDICAL EN JUSTICIA A NIVEL NACIONAL


CSI  Defendiendo lo público

Central Sindical Independiente y de Funcionarios    Sector  Justicia   

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